La ulcera venosa de carácter crónico está situada sobre una vena varicosa. En general
aparecen en el tercio o la mitad inferior de la pierna en aquellas personas que sufren de
varices.
Las úlceras varicosas a diferencia de las arteriales, no atraviesan la aponeurosis. Son úlceras
producidas por incremento en la presión venosa capilar que lleva anoxia y malnutrición de la
piel y el tejido celular subcutáneo.
Su profundidad es variable, sus bordes son bien definidos, indurados, irregulares, a menudo
hiperpigmentados.
Usualmente no son dolorosas, a no ser que estén sobre-infectadas, en cuyo caso el fondo es
purulento y están rodeadas por un halo eritematoso con signos de inflamación.
Las úlceras venosas crónicas pueden generar gran morbilidad e incluso mortalidad, si no se
tratan en forma adecuada, prueba de esto es la relativamente frecuente aparición de
osteomielitis en pacientes que presentan úlceras profundas las cuales no se ocluyen ni se les
realizan curaciones.
Estas úlceras generalmente se localizan en sitios de trauma frecuente como maléolos, cara anterior de piernas o en los dedos, son de borde bien definido, regular, de forma redondeada; más profundas que extensas, muy dolorosas, con fondo pálido, seco, y con frecuencia necrótico; el tejido de granulación es escaso. La piel que las circunda es pálida, fría, sin pilificación, hay cambios tróficos en las uñas de la extremidad y los pulsos pedios, tibiales posteriores y poplíteos son débiles o están ausentes.
Son las más graves y difíciles de curar, porque a los tejidos les falta el oxígeno. El oxígeno interpreta el papel central en los mecanismos de reparación de las lesiones. El suministro de oxígeno a las lesiones crónicas puede acelerar la cicatrización que es lenta y prevenir las complicaciones del proceso.
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